Ultreia! exclamo el peregrino al divisar las torres de la Catedral de Compostela, que alegría, cuantos pesares para llegar desde su hogar, cuanta mugre, cansancio, un poco de frio tras lavarse en el rio Lavacolla, pero hay gozo tras subir este monte, el final de la peregrinación esta cerca, descansará unos días tras visitar la tumba del Apóstol y luego marchará a el Finis Terrae romano, y allí cogerá una concha para volver con ella cosida a su túnica, no puede permitirse comprar una de metal y menos de plata a la venta en la puerta del Paraíso de la Catedral, en el camino de vuelta lucirá ese signo de haber llegado al final, y en su pueblo natal podrá presumir de su aventura si Dios quiere.

Este es posiblemente el origen de la concha o vieira del peregrino a Compostela, como lo era la palma para el «palmero» de vuelta de Jerusalén, o las llaves y las plumas para el «romero» que volvía de la ciudad eterna.

La concha se convirtió en el souvenir de el Camino de Santiago, creó oficio (concheiro), gremio, designó calles, plazas (Platerías) y barrios (Concheiros) y hoy es el objeto simbólico identificador del peregrino, el nombre científico de la vieira es «pecten máximus jacobeus» el maximus diferencia esta pieza de la concha mediterránea de menor tamaño, este nombre se lo dio Carlos Linneo, héroe nacional sueco y padre de la ecología en 1758.